No os puedo explicar siquiera la ilusión que me hace compartir esta boda. Son de esas pocas parejas que mirándose se entienden, sin tener que expresar una palabra. Se comprenden, se valoran, se admiran, se aman. Y yo además les adoro. La mañana de la boda, tras una semana a tope de emociones y trabajo, y una cena preboda que organizamos en la terraza de AC BCN Forum con todas las vistas de Barcelona desde arriba, se levantaron temprano y se fueron corriendo a la playa a darse un bañito rápido. Después, Lucía cogió su vestido maravilloso de Laure de Sagazan y se subió a la finca (en el Maresme) con su madre y hermana para empezar a arreglarse juntas, antes de que llegasen sus amigas para un brunch muy divertido. Loren se vistió (de Pugil y zapatos de Scalpers)
La finca era Sant Pere de Clará, una masía maravillosa en medio de la montaña de la que me enamoré hace un par de años. Cuando les envié a mirar localizaciones para bodas, lo tuvieron claro enseguida. Tiene una ermita románica del s.IX rodeada de vegetación y una Masía con muchísimo encanto del s XVI.
El interior está intacto y la luz que entra por los ventanales es preciosa. Me pareció el lugar perfecto. Cuando acompañé a los novios en la segunda visita (antes de reservarla definitivamente) y subimos a la primera planta, le conté a Lucía cómo sería el brunch con sus amigas mientras la maquillaban y peinaban las chicas de Conti Hair Salón.
Dónde colocaría sus zapatos de Franjul y colgaría su vestido. Cómo decoraría esa mesa inmensa de madera que preside toda la sala delante de la chimenea, con manteles, vajilla y cristalería de Cañigueral Mesas con Esencia. Por eso se me ponen los pelos de punta al ver las fotos. Te pasas un año soñando todos los detalles y luego la realidad lo supera todo. Parece mentira que pase el tiempo tan rápido. Yo por entonces estaba con mi pancita…
Mientras montábamos todos los espacios con la ayuda del equipo de Sauleda (maravilloso trabajar con ellos), Lucía, sus padres y su hermana se arreglaban dentro de la Masía. Lu esperaba a sus amigas para disfrutar de un momento tranquilo con ellas, tomar una copa de cava y darles una sorpresa, justo antes de la ceremonia. Mientras, los invitados estaban a punto de llegar. Les citaron con tiempo para que pudieran disfrutar del paseo de subida por el campo tomando una limonada fresca, de camino a la ermita. Un lugar de cuento de los de verdad, muy auténtico.
Lo maravilloso de una boda así es que los novios son unos disfrutones y eso no quita que sean exigentes. Loren quería que cada detalle fuera perfecto y Lucía no quería complicaciones, quería disfrutar de los preparativos tanto como de la boda. La logística era fundamental, muchísimos invitados viajarían a Barcelona y había que coordinar su estancia, sus posibles intolerancias culinarias, el transporte para llevarles a la finca (se alojaban en diferentes puntos de la ciudad) y todo ello lo pudimos hacer a través de la web de la boda que diseñamos para ellos. Tuvimos un feeling estupendo desde el primer minuto. Sabía perfectamente lo que querían y ellos tuvieron confianza absoluta en todas las decisiones (que fueron muchísimas), lo cual les tengo que agradecer porque gracias a eso, la magia se mantuvo pese a la distancia, a la cantidad de proveedores implicados, a la cantidad de invitados, planes alternativos previos a la boda para recibirles… Un bodorrio en condiciones. No puedo estar más agradecida de que quisieran que formase parte de esto. Creo que las imágenes lo cuentan todo, lo mejor, su cara de felicidad. Y eso que en las horas previas a la boda entró un temporal que nos complicó muchísimo el montaje. Ya sabéis, al mal tiempo buena cara y las cosas salen perfectas.
Contigo… fue amor a primera vista. Se conocieron gracias a unos amigos en común, de copas, una noche especial. Y lo tuvieron claro desde el principio. Por eso la canción de su baile de novios tenía que ser “Contigo” de Dani Martín, interpretada en directo con guitarra y cajón por Melocos (que eran compañeros de Lorenzo desde el colegio) en un escenario improvisado lleno de velas. Todos los invitados se quedaron flipando, porque mientras estaban terminando el café, Lu y Loren se levantaron y se pusieron a bailar en medio de las mesas, delante del escenario. No pudo ser más bonito.
A la boda no le faltó detalle. Hecha con todo el cariño (by Nara Connection) que diseñé partiendo de una flor con una inspiración vintage basada en otra flor que me vuelve loca (de mi amiga Andrea Zarraluqui). Añadí unas raíces simuladas, hechas con hojas en cascada que dibujaban a su vez otra flor. Una papelería única .Y ese detalle se repetía en cada mesa con una flor de campo diferente, partiendo de un listado que me pasaron los novios relacionado con la temática de campo rústico. Junto con las invitaciones, el resto de la papelería guardaba la misma esencia. Para la mesa Presidencial, un guiño a los novios con unos animalillos (haciendo alusión a su viaje de Luna de Miel) y una deco muy especial, con vajilla antigua, candelabros de bronce y un montón de flores que se repartían por toda la mesa.
Esperanza (de Vidiella Flors) y yo congeniamos enseguida. Le encargamos arreglos bastante complejos, en algunos casos (rincones específicos como las coronas de la fachada), pero entendió perfectamente lo que quería y me consta que ella está encantada con el resultado de su trabajo y el de su equipo. Había grupos de 3 mesas diferentes con mantelerías, servilletas y copas distintas, que encargamos en Abanik, pero todo en los mismos tonos. El diseño del conjunto se cerraba con las sillas de madera color nogal, que le daban un toque muy rústico.
Lo fundamental en la deco era la fachada de la Masía, que enmarcaba el cenador. Le encargamos a Esperanza (Vidiella Flors) tres coronas de flores gigantes, que iban colgados en el balcón desde donde Lu tiraría su ramo de novia a sus amigas. (Bueno, 1/3 del ramo, porque los otros dos fueron para su mejor amiga y su hermana). Cada entrega fue de lo más emotiva. Los ramos, al igual que los prendidos, la decoración floral del brunch, la ceremonia y todos los rincones especiales, los hizo todos Vidiella Flors.
La ceremonia fue delante de la ermita, casi abrazados por los árboles que les rodeaban. Entre lo idílico del momento y la canción de entrada de la novia (“A Thousand Years“, de Christina Perri), se echó toda la boda a llorar (yo incluida, por supuesto). Nada más terminar, Javi, de Elena Bau, y Lara, de TTF Films, se los llevaron por la montaña para hacerles un pequeño reportaje juntos antes del cocktail, donde esperaban los invitados con música en directo de Molly & the Wedding Company. El banquete corrió a cargo de Sauleda, pasteleros de toda la vida, ahora una de las mejores empresas de Catering de Barcelona. Sirvieron Raviolis de Foie con salsa de vino dulce y manzanas; timbal de cabrito lechal con su propio jugo, hummus, patatas y cebollitas a la miel de especias; y verbena de postres: cremoso de mango con fondo de frambuesa y helado de vainilla; Tres texturas de chocolate con fresas confitadas, helado de macadamia y sopa de fresas; Mil hojas de crema, fresitas del bosque; y tarta Sacher. Un espectáculo de banquete. Después Rafa Jove pinchó una sesión de música de todos los estilos y terminaron casi al amanecer.
Y por último, para daros aún más envidia, os cuento por encima su Honeymoon… Se fueron de aventura ellos solos de safari por África. Se lo organizó la agencia Enkosi. El trayecto fue: Sudáfrica – roadtrip desde Ciudad del Cabo hasta Ruta Jardín – Luego safari en una reserva privada (Timbavati) en Sudáfrica. Luego Delta del Okavango en Botsuana y terminaron en cataratas Victoria en Zimbabue.
Para mí unas de las bodas más importantes sin duda en mi año más especial. Espero que la vida les sonría siempre y que siempre cuenten “conmigo” 😛