Esta es una boda especial por dos motivos: el primero, que los novios se han conocido y enamorado en una edad madura y han decidido volver a confiar en el amor y formar una nueva familia; y el segundo viene prácticamente dado por el primero. El lugar perfecto para compartir los momentos especiales de esta nueva familia que llevan construyento ocho años, es esta finca de estilo provenzal en Ávila. Para celebrar una boda sencilla, íntima y con mucho detalle, los novios eligieron el enclave donde se asienta su casa, en el entorno del valle del Tiétar, en la vertiente sur de la sierra de Gredos. La finca está abrazada por un manto de encinas, robles y alcornoques.
Un lugar perfecto para celebrar una boda muy personal con unas vistas privilegiadas.
Este es el ramo que preparamos para la novia. Quería que fuera desenfadado, elegante y campestre. Elegimos hacerlo con una composición de dalia, bouvardia rosa, sedum, margarita holandesa, achillea, limonium grisaceo, paniculata y rosa ramificada.
La celebración comenzó a las 20.30 pm, aprovechando la impresionante puesta de sol. Aunque la cena era tipo cocktail, se distribuyeron mesas por el jardín con manteles color piedra y sillas blancas, por si algunos invitados preferían tomar asiento.
Para los que tengáis espacio ajardinado en casa, tenedlo en cuenta si queréis hacer una boda e invertir más en detalles que en el alquiler del local. Luce muchísimo y se pueden crear decoraciones tan agradables como esta.
La nota de color la pusimos en los centros. Los hicimos de dos materiales (jarras metálicas blancas y cilindros de cristal) y diversos tamaños, aprovechando la idea de que tuviera aspecto campestre. En el campo crecen las plantas de forma caótica y es precioso. Utilizando algunas de las flores que empleamos para el ramo, para que fuera toda la decoración en la misma línea, añadimos a los centros hortensias, calanchoe, lavanda y rosas de pitiminí entre otras.
Debajo de los centros de cristal, un espejo con dos velitas encima para que reflejase la luz en ellos e iluminase la mesa de forma natural. Un efecto que nos gusta utilizar mucho. La nota de color la ponían las hortensias, una rosa y un par de granadas que colocamos por centro.
La minuta, acorde con el entorno, impresa sobre un fondo de pizarra, aprovechando además que los platos del menú se servían sobre piedra de pizarra negra. Aunque lo mejor de todo, el menú que elaboró TenCook. La novia se dejó asesorar muy bien por la experiencia de Cristina, fundadora del catering y el resultado fue un menú muy equilibrado en cuanto a variedad y con mucho sabor. En esta ocasión nos contrató directamente el catering para decorar la finca con los colores de los manteles, la papelería y los arreglos florales que encajasen con el entorno.
En las mesas que daban al otro lado del cenador, en la entrada de la casa, colocamos jarras blancas con lavanda y rositas de pitiminí blancas.
Nos pidieron unos cartelitos para que los invitados no tuvieran que estar buscando los baños y se los diseñamos a modo de los carteles de toilette parisinos de los años ’20, pero utilizando la misma tipografía con que diseñamos las minutas.
Así iluminamos el jardín, lleno de velitas. Bonito, ¿no?
Así lucía la entrada al jardín, donde esperaban los camareros para recibir a los invitados con una copita de Champagne Mumm para el brindis.
A medida que se hacía de noche, más bonita quedaba la decoración integrada en ese entorno bucólico. Os mostramos un detalle de los centros alrededor de los que esparcimos frutos rojos y shiitake en láminas sobre el espejo.
Y os dejamos con algunas fotos más para mostraros lo bonita que quedó esta boda.
Gracias por seguirnos y hasta el siguiente post!